lunes, 29 de septiembre de 2008

Charlando sobre las versiones pop del elitismo ideológico


Después de casi dos años de haber tenido abandonado mi blog -exceptuando dos meses en el año 2007- he decidido regresarlo a la vida. Durante todo este tiempo he estudiado y analizado, como siempre, los temas que me resultan de interés. Eventualmente éstos han ampliado mis conocimientos sobre muchas cuestiones, puliendo ideas y afirmando mejor ciertas premisas, pero en ningún caso me llevaron a sacar conclusiones que ameritaran publicar nuevos artículos. Como mucho me motivaron para corregir los ya escritos (con los cuales nunca estoy conforme).
Sin embargo, durante todo este tiempo he ido acumulando ciertas reflexiones aisladas sobre temas muy dispares. Tal acumulación llegó a dos límites: por un lado haber encontrado temas sobre los cuales tengo ciertas opiniones que desearía compartir a pesar de no haberlos ahondado con mayor profundidad, y por el otro haber descubierto otros temas que creo sí requieren de una reflexión no sólo más honda sino también diferente a la actualmente existente.
El primer caso explica este primer post, que es simplemente una recopilación de conversaciones que he tenido con amigos, y que giran sobre más o menos la misma temática. Lo publico de esta forma porque creo que es un tema con mucha tela para cortar, pero sobre el cual hacer un ensayo sistemático no es algo para lo que por ahora me considere capacitado. El segundo caso explicará mis siguientes publicaciones en el blog, ya volviendo a mi forma rutinaria de postear artículos y ensayos. Tengo proyectados, para este fin, un par de análisis sobre conceptos de filosofía política que considero frecuentemente mal utilizados y que a mi entender se explican por una común evasiva a estructurarlos en un todo coherente, creo yo, debido a, por un lado, que han surgido y se han utilizado en circunstancias históricas muy dispares, y, por el otro, al apuro por ubicarlos con criterios prácticos en un discurso político que no exija mayores complicaciones. Pero, como ya debería ser harto sabido, la practicidad no legitima una teoría, y las consecuencias, a la larga, suelen ser incluso poco útiles para buenos fines. Pero todo esto será material para próximos trabajos.

Volvamos al primer caso. Las conversaciones que ahora voy a publicar resumen en una forma algo tosca pero clara mi opinión sobre ciertos subjects bastante relacionados entre sí: el elitismo revolucionario, la revelación ideológica de una incognoscible dominación oculta, las "teorías conspirativas" sobre la historia como versión degradada de la noción de reificación, la legitimación del terrorismo como resultado de una ética de liberación colectivista por supresión de un enemigo socialmente delimitado, y, finalmente, la utilización de estos argumentos en el cine y hasta en la política de Estado, al límite de que las víctimas se identifiquen con las excusas propias del chantaje que el terrorismo fuera del poder requiere.

Por tanto, y reitero, no es este post un artículo ni un ensayo. Simplemente es mi forma de reabrir el blog después de tanto tiempo y de, en fin, saludar a mis lectores y amigos dejándoles algo para reflexionar, con unas charlas vía mail que creo interesantes y que he revisado levemente. Todas estas contestaciones las dividí por temas para que resulten menos confusas.


Los hechos y las teorías en la idea de conspiración:

Hablar de conspiraciones para explicar los fenómenos sociales, como si la realidad fuera
de goma, no me parece realista. En cualquier caso, lo importante sería primero probar las conspiraciones, si tal cosa es posible. No puede haber teorías conspirativas, porque hablar de teorías es hablar de leyes, y eso circunscribe límites que la realidad impondría a la conspiración, lo cual implicaría que la conspiración es un fenómeno sociológico con ciertas condiciones de posibilidad cuya forma sus agentes no pueden determinar, y cuya causa es la inercia social de estos mismos agentes para llevarla a cabo. El fenómeno conspirativo precedería a la voluntad de conspirar, esto es, se volvería necesario y por ende perdería el carácter teleológico que le da valor a la situación conspirativa. Puede haber hipótesis conspirativas, y pueden probarse o no, pero no tiene sentido intentar probar la conspiración detrás de hechos utilizando una suerte de explicación “funcionalista”. Además si las sociedades construídas sobre conspiraciones absolutas son posibles, las estructuras, las clases y los sistemas pierden todo poder explicativo (estamos en un totalitarismo sin siquiera límites en las leyes de la física). Pero de esta forma pierden poder explicativo los intereses y las ideas, que se vuelven así volátiles. No tiene sentido decir que “todo” es una conspiración en tal lugar en tal aspecto, porque si así fuera las posibles causas, móviles y actores de la conspiración se vuelven ilimitados. Pero las conspiraciones ciertamente existen, sin embargo si tuvieran un poder absoluto sobre la realidad en todos sus aspectos, entonces ya no se tratan de actos en función de recursos limitados que los actores sólo pueden obtener de ciertas formas y a cuya lógica están atados: poder, bienes económicos, dinero, sexo, amor, status, objetivos religiosos o trascendentes, anhelos megalómanos de diseñar la sociedad, lo que fuera, sino que todos esos recursos son medios de la conspiración, y entonces todo se transforma en un juego o en un experimento. Sólo así tienen sentido las conspiraciones totales (con totales me refiero a control absoluto y organización unificada de todos los conspiradores).
Por eso todos los libros sobre conspiraciones van a resultar igualmente interesantes. Puedo recomendar una larga lista. No tiene caso. Por ejemplo, lo más reprobable del primer bestseller de Graziano es todo lo que dice sobre John Nash, porque la realidad resulta en todo lo contrario (el punto de equilibro es la búsqueda del autointerés personal), y, qué ironía, hay gente que considera, a la inversa de Graziano, que es el pensamiento de Nash el hegemónico y que eso llevó al modelo neoliberal, como en The Trap.

Hay más para decir sobre la “revelación ideológica” en términos de Kenneth Minogue. Cito de La teoría pura de la ideología, pp. 300-301, 302-304, 305, 313, 198-199 y 200, esta selección de fragmentos:

Pues, siendo irreal la moralidad, los intereses son, en el marxismo, aquellas pasiones particulares que Hegel consideraba como los instrumentos de la astucia de la razón. En las sociedades divididas en clases, la gente es vista como atrapada por una pasión dominante por el dinero, el poder o la posición social. Estas pasiones son generadas por la estructura dominante dentro de la cual vivimos, y a su vez determinan los acontecimientos específicos que una ideología explica. Pero desde que el pan y la manteca de cada día generan una interpretación ideológica que tiene que ver con el mundo de la política, el ideólogo en su mayor parte simplemente señala esta generación por medio de la terminología estructural usada. Su preocupación inmediata está, irresistiblemente, en los intereses supuestamente descubiertos detrás de la cara moralizadora de la superestructura. En el curso de este desarrollo, es transformado el concepto mismo de interés. [...E]s común en política hablar con toda confianza sobre los intereses de grupos, clases y estados como si tales cosas pudieran ser conocidas con certeza, y esta práctica responde de la verosimilitud del realismo revelatorio del discurso ideológico sobre los intereses. En la explicación ideológica de la política, todas las partes están persiguiendo intereses; y en todos los conflictos importantes, el conflicto es de suma cero. Esto significa que la vida política emerge como una secuencia continuada de victorias y derrotas antes que como un proceso de acomodación creativa [...]. Los aspectos morales y justificativos del discurso político son tomados como simplemente cosméticos. [...] En términos prácticos, es una fuerza de la concepción ideológica de un interés que no dependa de ninguna manera de los deseos reales de la gente con la que parece vinculado, y puede, por supuesto, contradecir directamente tales deseos. La visión ideológica de los intereses es plausible pues, aunque el razonamiento por el cual un interés es normalmente encontrado es categóricamente inconcluyente, también estamos seguros en nueve de cada diez casos de lo que la gente juzgará su interés. [...] Con todo, [las formas de realismo hobbesiano], nos llevan también a conclusiones erróneas porque la gente a veces no elige de hecho crecimientos de poder y ganancia, y aun más frecuentemente porque estas simples verdades realistas no nos dicen dentro de qué reglas o limitaciones la gente perseguirá estos intereses aparentemente fundamentales. Sin embargo, el realismo demoledor de la visión ideológica es plausible porque tiene un parecido engañoso con una forma predominante de sabiduría convencional. Los intereses en el mundo político pueden generalmente reclamar igual respeto. Están vinculados con individuos, o con grupos, tales como campesinos, maestros, o con provincias y países. Pueden, sin embargo, ser distinguidos en un nivel superior como "legítimos" o "siniestros". Una vez que esto comienza a suceder, los problemas de la política ya están comenzando a rebasar del escenario de los intereses, pues un criterio moral superior está comenzando a aparecer y siendo superior, excluye la complejidad de un cálculo interesado. Detrás del realismo superficial del análisis ideológico de los intereses, en el cual cada uno es descubierto persiguiendo un interés, puede encontrarse la misma tendencia. El elemento moral viene en la significación de los términos usados para especificar a los portadores de un interés. Los intereses de los capitalistas, por ejemplo, son sin duda demandas injustas sobre el mundo, y deben ser resistidos; los intereses de los oprimidos, en la medida en que tal expresión tiene sentido, son idénticos a la justicia misma. Hay así un idealismo oculto bajo la superficie del realismo del tratamiento ideológico de los intereses. [...] Siendo la ideología la teoría de la opresión, el ideólogo habla para el oprimido, y actúa con una capacidad representativa. [...] El ideólogo es auto-elegido para su posición aunque en general puede pretender el apoyo de un movimiento de los que piensan como él. [De forma similar a la estatolatría del despotismo ilustrado] si la sociedad es profundamente defectuosa, entonces el poder enorme es técnicamente necesario para realizar los cambios contra la inercia espontánea de la práctica corriente. Si por otro lado el ideólogo es tomado como buscando en primer lugar un poder enorme, entonces retóricamente debe encontrar enormes e insospechados males, pues de otro modo un poder tal no puede ser justificado. [...] En virtud de su retórica de auto-presentación, las revelaciones son siempre elitistas. El mundo está dividido en los que saben, y los que no, y esto permite a las ideologías explotar retóricamente nuestro vocabulario constantemente cambiante de aprobación y desaprobación cognoscitiva. [...] Las metáforas más comunes son las de la vigila y el sueño, y de lo que podemos percibir cuando se han levantado barreras para ver claro. Esta visión de la verdad es, sin embargo, solamente otorgada a una élite que tiene virtudes morales -coraje, tenacidad y disciplina- tales que hacen posible su comprensión. [...] Su relación con el resto de la población es pedagógica, y la igualdad fundamental es enteramente dependiente del aprendizaje a fondo de los alumnos de lo que el movimiento tiene para enseñar.
[De lo resumido en Wikipedia: también la supuesta comunidad de intereses entre grupos (clases sociales, géneros, razas), que el ideólogo requiere para justificar el conflicto, no sólo es arbitraria, sino que la misma visión ideológica de la sociedad es, en realidad, la sociedad ideológica que esta genera, ya que aunque presuma combatir un sistema de opresión donde sus elementos son orgánicamente funcionales, dicha opresión dependería sólo de su ocultamiento (cuando en realidad tal ocultamiento requeriría de una opresión preexistente) y no sería realmente funcional en tanto no fuera planificada (planificación que la ideología sí necesita generar). Es por esto que la comunidad de intereses interindividuales que presume el revolucionario ideológico es una ficción útil (el leninismo habría sincerado este hecho al afirmar que "los burgueses compiten para vender la soga con la que los van a ahorcar"), pero termina siendo una realidad forzada cuando la ideología llega al poder.]
Pasando a la filosofía política, yo entiendo que las falacias “reveladoras” sean de un gran impacto, ya que el poder del argumento es en realidad la idea del ocultamiento “develado” por un argumento -no refutable hasta el momento- y no el argumento en sí mismo. Esto es: lo ocultado y “revelado” puede no ser necesariamente una verdad; puede ser una mentira. ¿En qué creer entonces? Entre un suceso que no tiene un argumento para justificarse y el argumento que parece creíble a primera vista y que denuncia el suceso, la gente tiende emocionalmente a elegir el segundo, esto es, elige la píldora roja, sin pensar en que la roja es el engaño más probable y no a la inversa (de hecho decir que todo puede ser engaño es anular el propio argumento). En pocas palabras, el dato que habría que tener en cuenta es que cualquier engaño es en realidad un artilugio de quien en realidad no tiene poder. Por eso hay que tener más cuidado con aquel que dice que el engaño oculto es toda la base de un poder opresivo: tal vez sea él quien quiera tenerlo. La mentira es útil para conseguir poder, pero no es poder. Y el poder si es real no necesita hacer nada “a cambio”: se mantiene a sí mismo porque es organización y fuerza. Ni digamos si es opresivo.

Cito a Sartori de su libro La política, pags. 126-127, que a su vez cita a Karl Popper y Friedrich Hayek:

Observa Popper que nuestra época parece caracterizarse por la "tendencia morbosa" a "develar los motivos escondidos de nuestras acciones". Y comenta: "La popularidad de este modo de ver reside, a mi juicio, en la facilidad con que puede aplicarse y en la satisfacción que les produce a quienes ven 'a traves de las cosas' y a través de los desatinos de los no iluminados. Esta satisfacción sería inocua si no fuese porque ese modo de ver amenaza con destruir el fundamento intelectual de toda discusión, sustituyéndolo por lo que en otra parte denominé un dogmatismo reforzado." Dice también "Los marxistas [...] están habituados a explicar las críticas de un adversario en razón de sus prejuicios de clase, y los sociólogos del conocimiento con base en su ideología total. Estos métodos son fáciles y muy agradables para quienes los usan. Pero destruyen claramente las raíces de la discusión racional, y deben conducir en último análisis a un irracionalismo y a un misticismo"
Hayek desarrolla el punto de este modo: "Si la verdad ya no se descubre por medio de la observación, del razonamiento y de la discusión, sino develando causas ocultas que, aunque sean desconocidas por el propio pensador, determinan sus conclusiones, y si la verdad o falsedad de una proposición ya no es establecida por la argumentación lógica y por la verificación empírica, sino por el examen de la posición social de quien la emite [...] el resultado es que la razón viene como una inspiración." Y Hayek explica incisivamente cómo una vez que se toma el camino de las explicaciones de antecámara, ya no se consigue salir adelante. Escribe al respecto: "Si supiésemos de qué modo nuestro saber actual está condicionado o determinado, ya no se trataría de nuestro saber actual. Afirmar que podemos explicar nuestro saber, equivale a afirmar que sabemos más de lo que sabemos, que es formular una aserción desprovista de sentido."
Pues bien, esto es exactamente lo que hacen las teorías conspirativas (con una versión pueril de la idea marxista de ideología, cosa que también analiza Popper cuando describe a los pseudomarxismos conspiracionistas) cuando incluyen en la conspiración una situación de dominio de las mentes y al mismo tiempo predican que el descubrimiento de la conspiración puede servir a dichas mentes para liberarse de un dominio que, obviamente, no pueden analizar directamente y por tanto deben aceptar como un hecho frente al cual hay que rebelarse.

"La matrix" como neologismo de una idea reciclada:

A mí también me parece mejor la primer película, pero no por el contenido sino por la capacidad de convencimiento. En realidad pocos se dan cuenta, pero la segunda es la que salva a la primera, que lo único que hace es transformar cierta interpretación vulgar de algunos aspectos del marxismo, en un mensaje de ciencia ficción. Pero como esa interpretación es autocontradictoria, el film también. Es más claro en películas como They Live de Carpenter, donde la falta de sentido del mensaje salta a la vista. No se pretende mucho tampoco, ya que no tiene sentido ni sociopolíticamente, ni económicamente (extraterrestres que venden productos entre desempleados que se empobrecen porque se quedan con sus dólares para llevar al espacio… encima para comprar quién sabe dónde ¿a empresarios humanos?), ni técnicamente (no vale entrar en detalles), ni nada. Pero bueno… es tal la confusión que existe que hay gente que salió del cine pensando “qué buen mensaje” o peor “qué buena película” (aunque esa rara forma de filmar de Carpenter valga un poco la entrada). Lo mismo sucede con tantas otras, y Matrix es una de ellas. Sólo que la calidad y lo “piola” en Matrix es que vale como una forma poética de expresar varios tópicos ideológicos simultáneamente: el relativismo completo y la aceptación de la realidad exterior a la Matrix a su vez como creencia sectaria: “si no crees a ciegas en lo que la resistencia te dice de la Matrix y no dejás que una píldora te cambie la consciencia, entonces vas a seguir siendo esclavo”, confundir estados de consciencia con certeza: “el mundo de la resistencia no es a su vez una ilusión porque… te sentís más despierto”, aceptación fanática: “si no dejás de creer que sos libre en el sistema, nunca vas a ser libre de decidir eso mismo” –lo cual ya no tiene sentido–, incluso la justificación del terrorismo mediante la transferencia de la representación de las vidas humanas de las personas concretas a la causa del movimiento de liberación, y la reformulación de la teoría guevarista del foco: “los esclavos no pueden saber que son esclavos hasta dejar de serlo” (¡!), “los libres vivimos fuera del sistema y tenemos que luchar contra los esclavos y en el lugar de ellos”, etc. Está muy bien pensada en ese sentido, pero si sacás esa combinación inteligente de recursos psicopolíticos, la película me resulta bastante mala vista la segunda vez, y no me refiero sólo como historia de ciencia ficción, sino como film a secas. Ahora bien, mi problema principal es con el film como ciencia ficción. La cuestión sería la siguiente: Matrix 2 salva a la 1 cuando dicen que la matríz genera a la resistencia deliberadamente para poner en equilibrio al sistema. Lo del equilibro es un último recurso. La cuestión es la creación de la resistencia. Es increíble que nadie se haya puesto a pensar por qué dejaban salir a “Neo” por un tubo hasta una suerte de cloaca sin eliminarlo, ni por qué tenían que “buscarlo” si físicamente lo tenían ahí. Un amigo lo expresa con un chiste informático bastante nerd: “¿no pueden hacer Ping Neo?” (otro amigo que odia al actor acota: “Keanu Reeves > Kill Process Tree”). En este caso ni siquiera hay que buscarlo en una red, ya que el enlace entre el programa y cada ser humano es establecido por el sistema. Y no es un detalle: es la médula de la credibilidad del argumento. Por eso me gusta más la 2, es menos ‘piola’ pero al menos llama un poco a la reflexión. La 3 es pésima: ni siquiera es capaz de mantener concentrado al espectador (en pleno cine tuve un ataque de risa que -te aseguro yo lo empecé pero se fue contagiando en casi toda la sala-, cuando se les para la nave y tiran de una palanca como si fuera un cebador).
La película que trata las verdaderas implicancias de vivir en una ilusión controlada es
Dark City, y que a pesar de que como ciencia ficción sea un delirio también poético y bastante bizarro, es realista en cuanto al sentido de una situación de ese tipo –y viene el caso porque dicen que Matrix es un robo grosero de Dark City: http://www.quintadimension.com/article193.html–, te la recomiendo aunque sea una película que me llegó a deprimir para el final, cuando se descubre que los manipuladores están buscando el sentido de todo y al final sólo queda la consciencia de un sujeto inteligente, una realidad completamente maleable, y una naturaleza humana heredada que tampoco tiene sentido, pero que el personaje, como está acostumbrado a la misma, usa como modelo para la regeneración del mundo de vida que llevaba. Resta como único sentido la relación entre consciencias y todo lo demás son excusas para esa relación en el vacío. El patetismo del final hace que existencialmente la película sea demoledora. En eso es buena aunque me parezca que la película no lo es tanto artísticamente.

En cuanto al mensaje de
Matrix me pareció nefasto por lo mismo que te pareció bueno: creer que se puede creer gozar de una libertad que es ilusoria es a su vez una creencia ilusoria, y lo es a priori: como antes te decía, si se puede probar que una libertad es ilusoria entonces deja de serlo, y si es indiferenciable entonces la “libertad verdadera” también puede serlo (y no importa si la libertad es ilusoria o no, no cambia nada). No hay forma así de probar que una libertad sea una ilusión, salvo en forma paranoica, y por fe. Y ese es el mensaje de la película: hay que privar de cualquier forma de libertad al creyente en la realidad que nosotros consideramos versión matrix, porque el creyente no puede diferenciarla de la verdadera realidad versión Zion. Ambos son actos puros de fe ciega. Fe en que el mundo es real o fe en que es una matrix.
Pero hay algo más: en la fe versión Zion no hay libertad de ninguna forma. Acá entramos en otro tema, y es que la analogía de la película con la realidad es útil para transmitir una interpretación clasista y antisistémica de la realidad, pero no es coherente. En Matrix hay una ilusión visual. La libertad que se vive dentro de la Matrix es la imagen ilusoria de la libertad como debería ser, pero que sirve para cubrir que esa libertad no está. En el caso de la izquierda postmoderna (Adorno, Horkheimer, etc.) la libertad del sistema capitalista no es real y sí lo sería la libertad del sistema socialista. En el caso de Foucault, más coherente, la idea misma de libertad pierde todo sentido. Pero ¿qué sucede si la “libertad formal” (sacando que el uso de la palabra “forma” como “apariencia exterior” es errónea) es en realidad “real” (valga la redundancia)? Sacrificás una libertad real por una lucha contra la libertad, o sea sacrificás tu libertad encima por la causa de la esclavitud por esa misma lucha. ¿Y qué pasa si la “libertad formal” no es real? Pues hay que hacerla real, pero va a tener que tener la misma forma (tradúzcase bien: la apariencia) de la anterior. Ese era el mensaje -o decía ser el mensaje- del marxismo original. Pero si ahora como posmoderno desconfiás de la apariencia, entonces vas a luchar no contra las libertades aparentes sino cualquier cosa que tenga apariencia de libertad, lo cual es obvio. Tenés el mismo problema que con la idea de la matrix: no tiene salida.
El mensaje de la libertad ilusoria es nefasto porque exige vivir en un mundo que aparente esclavitud para ser libre y priva al individuo de la libertad de poder diferenciar ilusión de realidad.
El mensaje de la película Matrix no es nuevo: la idea de la libertad ilusoria del mundo occidental se le vendió a los ciudadanos soviéticos para que comprendieran que el hecho de vivir literalmente como reos en una prisión no era esclavitud sino libertad, ya que las apariencias mienten. ¿Servía de algo ese mensaje? No, el adoctrinamiento ideológico dejó de ser tan fuerte luego de Stalin, pero poco importaba. ¿Por qué? Porque aunque el engaño no funcionara, eran esclavos y como tales no podían liberarse de ninguna forma. Los esclavos de la Antigüedad nunca pudieron liberarse porque carecían de propiedad. Las únicas rebeliones de esclavos existieron entre aquellos que disponían de algo de propiedad. Por eso los ciudadanos soviéticos sólo podían atinar a escapar. Como vivían esclavos de una revolución totalitaria en tanto pueblo colectivamente vivían apoyando al régimen. De la misma forma en que una esclavitud real que convirtiera a los hombres en pilas no necesitaría de algo tan tonto como una ilusión general. Y si la matrix era necesaria para que las pilas se recargaran, Neo podría haber descubierto que la Matrix no era real y seguir siendo una pila. ¿Por qué la creencia de que la matrix no es real libera? Yo te puedo conectar un casco de realidad virtual directamente al cerebro y que no puedas escapar aunque lo sepas. La película dice que “libera” porque ese es el argumento nefasto: como no se puede probar, la liberación comienza y se sostiene con un acto de fe ciega. Ése es el mensaje de la píldora roja.
En el fondo lo de la píldora roja (tenía que ser roja, jaja) da para cualquier cosa -sea el comunismo o el nacionalismo mercantilista de Graziano-, pero sólo es útil donde hay apariencia de libertad, o sea: en el único lugar donde puede haber libertad. Puede que mi heladera nueva sea en realidad una estafa y no enfríe, pero el día que tenga una heladera real dudo mucho que tenga forma de horno o de cualquier otra cosa. Y así como una heladera va a tener forma de heladera, la libertad va a tener forma de libertad, y siempre va a poder venir alguien a decirme que cuando me dé una píldora no voy a estar siendo manipulado, sino que voy a descubrir la verdad: que mi heladera no es tal. En las sociedades donde no hay libertad y a veces no hay ni heladeras, las píldoras rojas no sólo no sirven de nada, a veces son la causa de que esas mismas sociedades existan.


Ron Paul y su errada explicación del terrorismo:

Ahora bien, en cuanto a Ron Paul, he aquí que estoy un poco molesto con la situación. Coincido con Ron Paul en muchas cosas, pero desgraciadamente hay algo en lo que estoy totalmente en contra de su posición. Y tiene que ver con la guerra. Soy bastante neutral con respecto al tema de la guerra en Irak. No es ése el tema. Lo que me molesta es que está jugando con un argumento muy jodido. O sea, no me molesta que esté en contra de la guerra contra el terrorismo, sino en la forma que tiene de fundamentarla. Y esa forma retorcida es la que le está, desgraciadamente, dando popularidad. Los “liberals” norteamericanos están muy contentos con su posición ¿nadie se pregunta por qué? ¿Nadie se pregunta por qué el izquierdismo dentro y fuera de Norteamérica apoya a Ron Paul a pesar de su posición pro-capitalista? Yo no necesito preguntármelo ni hacer hipótesis conspirativas que no prueban nada. La respuesta está en que su argumento es en sí mismo antilibertario e inmoral: “Nos atacaron aquí porque nos metimos allá”, que es casi como decir: “Lapidaron a mi hermana porque fui adúltero”. Sin duda no ser adúltero puede evitar un montón de problemas en ciertos lugares, pero ¿la culpa de que lapiden a mi hermana es mía por haberlo sido? (¿es mi culpa de adúltero la que mató a mi hermana?). El argumento es inmoral porque es extorsivo, y es antilibertario porque no le preocupa quién inicia la violencia. En el caso del terrorismo islámico importa muy poco si el inicio de la violencia fue ejecutado por Occidente (que no creo que sea sí). El terrorismo es en todo momento y en todo aspecto un acto de agresión.

Por otra parte al plantearse “nos atacan acá porque nos metimos allá” algo anda mal, porque le erraron el tiro: dispararon contra dos torres llenas de civiles. ¿Acaso quienes estaban en el WTC fueron los que se metieron con el “libertario” mundo islámico? Este es un tópico que realmente me pone de muy mal humor y perdón que suene agresivo por cómo me expreso, pero es que creo que no hay que jugar con estas cosas. En el debate con Ron Paul, Rudy Giuliani perdió por no tener la consciencia del problema subyacente que, por ejemplo, en temas similares tiene un intelectual como Kenneth Minogue o tuvo una mente rápida y didáctica como la de Ronald Reagan. Por eso la respuesta de Giuliani fue débil, por decir poco. Pero entiendo que sea difícil contestar a los argumentos basados en el chantaje, porque son convincentes, aunque sean totalmente falaces. Lo que debería haber contestado Giuliani es: “Nos metimos allá porque nos atacaron”, para mostrar lo falaz del argumento en cualquiera de los dos sentidos. Ron Paul contestaría: “pero está mal meterse en un país sólo porque nos ataque un grupo terrorista”. Y Giuliani usando la misma falacia podría contestar: “nosotros reaccionamos así”.

El mensaje que se nos da es el siguiente: los terroristas son autómatas que operan como perros en una caja de Skinner y son omnipotentes. O sea, nosotros debemos pensar como seres humanos, pero ellos no son seres humanos y entonces no son responsables. Si se afectan sus intereses ellos harán volar por los aires a civiles desarmados. O sea: no se los puede culpar porque no lo pueden evitar. La culpa es nuestra que no nos damos cuenta que son autómatas y no seres humanos. Ahora bien ¿no se puede impedir que estos autómatas terroristas nos ataquen? Tampoco, porque encima resulta que son omnipotentes. (“Pero quédense tranquilos, que son animales que sólo actúan en defensa propia”)
Así la pregunta que hay que hacer queda relegada: ¿está mal afectar sus intereses? ¡Eso ni se pregunta! Supongamos que fueran autómatas y también fueran omnipotentes, eso no vuelve bueno no perjudicar sus intereses. Obviamente un terrorista va a combatir aquello que le moleste… ¿ésa es una razón para no combatirlo? Como hace un tiempo le decía a Joshua Muravchik: no tiene nada de malo granjearse el odio de los enemigos por beneficiarnos al hacer lo correcto. Muy por el contrario: es meritorio, ya que eso significará que quienes nos odian son nuestros enemigos naturales. En tal caso es un mal síntoma que no nos odien: estaremos obrando mal a la corta y perjudicándonos a la larga.

La pregunta debería ser para una guerra: ¿está en sí mismo bien o mal intervenir en Irak? Y no: ¿qué reacciones buenas o malas podríamos tener por intervenir en Irak?
¿Debemos culparnos por nuestras malas acciones? Obviamente. ¿Debemos culparnos por las malas acciones de nuestros enemigos? Jamás.
Así que todas las premisas están mal en esta discusión. Y se resumen en una sola cosa: una reacción no es defensa. El hecho de que reaccionen no significa que estemos obrando mal. Ron Paul está, sin quererlo, transformando a los terroristas en mecánicos y omnipotentes justicieros. El argumento no es nuevo, pero Ron Paul lo utiliza para aprovechar la impopularidad que fue tomando la guerra en Irak por el desgaste natural que el tiempo implica en estas cuestiones, más allá de las verdaderas razones o no que se puedan esgrimir.

Ron Paul supone “nosotros nos metimos primero”, pero la verdad del aserto no tiene importancia porque el terrorismo no combate a los combatientes en combate, sino a las personas indefensas, incluso cuando no tienen nada que ver en el conflicto, como por ejemplo en los ataques a la embajada de Israel y a la mutual judía en Argentina. No tiene importancia si Israel obró mal o bien al combatir al Hezbollah, porque aun si hubiera hecho mal, esa culpa no tiene relación alguna con el mal intrínseco del atentado terrorista por parte de los amigos de Hezbollah. Así que no hay que preguntarse, para decidir combatir a los que realizaron el ataque en Argentina, si acaso Israel está obrando bien o mal. No tiene importancia si los terroristas iraníes estaban molestos con buenas razones o malas razones. ¡Son terroristas! ¡Matan a un tercero inocente para chantajear la humanidad del objetivo! (humanidad que ellos no tienen y por lo cual no sirve de nada intentar chantajear a un terrorista). Imaginemos que los judíos en Argentina hicieran este razonamiento: “Irán manda a matar inocentes porque Israel se metió en el Líbano. Si Israel cambiara de política no nos habrían atacado. La culpa la tiene Israel”. Doble chantaje: ahora los terroristas islámicos ampliarían su actividad ya que los propios judíos argentinos la estarían fomentando. Si todos razonaran así hace rato Israel habría desaparecido del mapa. Los españoles razonaron así luego del 11-M y cambiaron un buen presidente por uno socialista. Si razonaran igual con respecto a los atentados de ETA hace rato el país vasco sería independiente. No habría más atentados pero España saldría perdiendo por cobarde. ¿Debe ser independiente el país vasco? Puede que sí, puede que no, pero eso no es lo que se discute y por ende no importa en lo absoluto en relación con el agresor terrorista: ETA debe desaparecer antes, y especialmente antes de que se haga cualquier concesión con respecto al separatismo vasco.
En el caso del 11-M ¿puede ser bueno que una organización terrorista se vea beneficiada en sus intereses? (por mucho que dependan de otros que sí pudieran ser loables)

Así que volviendo a Occidente en general: supongamos que no nos hubiéramos metido primero* y nos atacaran por la forma que tenemos de vestirnos (o de caricaturizar a Mahoma, por ejemplo) ¿deberíamos cambiar de forma de vestir? (¿deberíamos censurar a Salman Rushdie?) ¿No deberíamos, en cambio, ir a buscar a los terroristas hasta eliminarlos? El hecho mismo de que un terrorista tenga el poder de chantajearnos con una agresión terrorista es ya una razón para combatirlo hasta hacer que su poder se reduzca a cero. No tiene importancia cuánta razón tenga o no. No importa cuán poderoso parezca. No importa cuán inevitable su comportamiento sea.

Así que mi desacuerdo con Ron Paul (cuya candidatura para colmo fue apoyada por los creadores de esa truchada que es el
documental” Zeitgeist y al cual se le puede aplicar a la perfección la vivisección de las teorías conspirativas que hice en este post) se resumiría en un mensaje que yo le dejaría: “Ron: ¿quieres que el Estado no se encargue de la guerra? Muy bien, estoy de acuerdo. Entonces privatiza el pentágono ¡pero no nos dejes indefensos! Luego veremos si las agencias privadas de defensa no hacen lo mismo que el actual gobierno. Ya verás que sí, y en una forma tal vez más radical. Los intereses de los terroristas no son privados y defensivos sino agresivos y de Estado. Y el grado de estatismo de los países islámicos hace insignificante al estatismo americano. Siendo así ¿por qué crees que el estado americano es el primer causante de conflicto y no los estados terroristas desde Irán hasta Siria, desde Irak hasta Corea del Norte? Si el estatismo es el origen de toda agresión, entonces no te quedes combatiéndolo sólo en casa. El mundo no será pacífico si nosotros nos aislamos. Blame Violence First, not America”

*Hay que recordar un poco la carnicera historia del wahabismo. Si se aplica el mismo argumento de la “reacción defensiva mecánica omnipotente” del terrorista, deberíamos ser nosotros los occidentales los que todos los días secuestráramos, decapitáramos e hiciéramos volar por los aires a civiles musulmanes. Pero el argumento es falaz, en uno u otro sentido.

Así que ésa es mi objeción a Ron Paul. Podría estar alegremente de acuerdo con él en todo si no siguiera esa línea geopolítica suicida al estilo de Rockwell. Pero justo en lo que no estoy de acuerdo es una cuestión crucial.
Si todavía no se entendió mi punto, lo refuerzo con un ejemplo algo molesto para un cristiano conservador, para que se vea que este argumento extorsivo es tan odioso como el de los abortistas cuando dicen que la culpa del aborto la tienen quienes no promueven la anticoncepción. ¿Se ve a qué me refiero? ¿Qué importa si está bien o mal promover la anticoncepción? Si el aborto está mal entonces está mal. Y punto. Lo que hagamos con los métodos anticonceptivos no debe variar por el cambio en el porcentaje diario de abortos, sólo debe variar porque en sí mismos éstos estén bien o mal.
Así que cuando Ron Paul venga y me diga: “hay que combatir el terrorismo pero no es nuestra responsabilidad” o “está mal invadir Irak porque no nos afecta” lo podré tener en cuenta. Cuando Ron Paul venga y me diga: “hay que combatir a los terroristas pero nosotros los agredimos injustamente antes de que se volvieran terroristas” lo podré discutir. Pero que no venga y me diga nada parecido a lo siguiente: “se volvieron terroristas porque los agredimos injustamente” o peor “se volvieron terroristas porque nos metimos en su casa”, o “no hay que combatir el terrorismo porque sus motivaciones son buenas” o peor “no hay que combatir al terrorismo porque si lo hacemos nos van a atacar” (o sea: “que el terrorismo mate a otros musulmanes mientras no me moleste a mí”). Cualquiera de estas últimas opciones me resulta cobarde y hasta repugnante.
Y sinceramente me entristece, porque me encantaría decir: “apoyemos a Ron Paul”, pero por culpa de este “pequeño” detalle, no puedo.
(Eso sí: si propusiera privatizar el ejército americano, me dejaría más tranquilo, ya que él podrá opinar lo que quiera, pero las agencias privadas de defensa actuarían en su defensa: jamás se van a dejar extorsionar. Sabrían bien que no conviene. Con el chantaje no se negocia, porque no es negocio.)


El conspiracionismo fusionado a la obsesión antiamericana:

La cooperación entre la ONU y el régimen de Hussein y entre éste y Al Qaeda, hacía que fuera un interés para Estados Unidos la invasión, con o sin WMDs. Si fuera interés a su vez del gobierno norteamericano quedarse con el petróleo iraquí no sirve como prueba de que éste sea determinante, sea que se lo quede o no. No creo que los terroristas sean tontos, ni tampoco que les estuvieran dando una excusa. Si la excusa es válida entonces esa es la razón para la invasión. ¿Estados Unidos tendría que haber quemado los pozos petroleros para probar que no se quería quedar con el petróleo? Y si tan fácil es no depender de la opinión pública ¿por qué inventar una excusa? Al fin y al cabo se argumenta que la opinión pública es manipulada y generada por el mismo gobierno.

Con la cuestión del armamento químico se dijeron tantas pavadas que la gente tiende a creer que el régimen baathista nunca tuvo armas químicas, lo cual es un disparate porque con éstas Saddam bombardeó a Irán y a minorías étnicas en el propio Irak. Y digo “pavadas” porque si se supone que EEUU inventó que Hussein disponía de las mismas ¿por qué Hussein no dejaba hacer todas las inspecciones? Y más todavía, si fue todo un invento tan bien planeado ¿acaso el mismo gobierno norteamericano no pensó en también falsificar su existencia?

Para tener en consideración la hipótesis se debe, en parte, suponer que los intereses de las víctimas del terrorismo no son comunes con los intereses que determinan la política del gobierno norteamericano, y no creo que sea así. Perversos intereses subyacentes podemos imaginar un montón, pero es sólo eso: imaginación.
Y, cómo te imaginarás con lo conversado ayer, considero que los intereses privados, cualesquiera sean, si dependen de sus propios recursos no son perjudiciales para nadie. Las empresas estatales que controlaba Hussein no dependían del capital de Hussein ni las construyó el pueblo iraquí. Eran empresas gubernamentales. Si hubieran sido empresas privadas iraquíes dudo mucho que el gobierno norteamericano las hubiera expropiado a favor de empresas norteamericanas.

Yendo a la cuestión más “teórica”: todo el mundo tiene intereses y cambian de acuerdo a las posibilidades. Un empresario puede tener como interés empresarial vender su producto, pero como interés superior tal vez tenga el no ser un empresario y acomodarse como dictador, y a su vez tal objetivo tiene a su vez otros intereses personales (religiosos, familiares, culturales, etc., y todos son económicos -que no es lo mismo que monetarios-). Hay mil y un hipótesis conspirativas sobre la guerra en Irak: el lobby israelí, las petroleras privadas, el interés geopolítico en el control de la producción del crudo, las empresas de armamentos, la hegemonía neoconservadora, el imperialismo estatal norteamericano, y puedo seguir. Pero todos consideran que tal grupo tiene poder sobre el gobierno y que tiene interés en cosas diferentes. ¿Yo cómo puedo saberlo?

Si se hace una concesión a una empresa norteamericana para extraer el petróleo de Estados Unidos ¿eso significa que el gobierno norteamericano está controlado por dicha empresa? De ser así ¿qué sucede con todas las demás corporaciones? ¿pagan impuestos para una guerra de la que no sacan ningún beneficio y que debilita al gobierno que las protege? Sin tomar en cuenta que un gobierno que tiene el poder de invadir un país para “robar” petróleo tiene el poder a su vez de expropiar cualquier empresa privada. Siendo así ¿por qué no invadir México?
No hay razón alguna por la cual considerar que las petroleras y el gobierno deberían estar separados. Hussein controlaba el petróleo de su país y no era el CEO de ninguna corporación. Vendía barato el crudo a Rusia y Alemania a cambio de que se protegiera su régimen y la ONU subsidiara su sistema de racionamiento. Seguramente habría ganado más plata como empresario -si hubiera sabido serlo-, pero su interés era mayor que el de un negocio y tenía el poder para no depender de las ganancias de la venta de crudo.

¿Con qué petróleo, recurso o empresa se quedó Estados Unidos en Alemania, Japón, Corea y Vietnam? Ni siquiera podemos suponer las empresas de armamento, ya que en tiempos de paz no rigen controles de precios y el aprovisionamiento es constante e incesante. Si una empresa X es la que decide una guerra para vender armamento, entonces puede obligar a su mismo gobierno a que compre sus productos sin necesidad de ninguna guerra. Más todavía: sin necesidad de vender ningún armamento.

Los grandes capitales pagan a pérdida el grueso de todos los gastos fiscales de cualquier proyecto bélico del gobierno norteamericano. ¿Por qué suponer que Estados Unidos puede amoldar todo su sistema capitalista de acuerdo a los intereses de una empresa particular? De ser así todas las empresas ya habrían litigado para controlar su parte del gobierno en un gran conglomerado y no habría habido ninguna guerra. El mismo Chomsky decía, para sostener este argumento, que las elites económicas de Estados Unidos habían perdido el control de la administración Bush.
Siempre que hay “intereses en juego” por parte de diferentes empresas, estos están determinados y preestablecidos por las reglas de juego de un régimen capitalista, reglas que protegen a los propietarios independientemente de quienes sean. Cuando eso se quiebra -en especial cuando el Estado crece- se forman lo que se llaman “intereses especiales” que se auto-modifican con mayor o menor libertad, dependiendo proporcionalmente de cuánto sea el grado de restricción a las garantías de los derechos propiedad (exacción impositiva e intervención en los mercados), o sea, dependiendo de acciones políticas variables: subsidios a tal o cual sector, privilegios legales, protecciones monopólicas, etc., pero en tal caso todos se disputan la torta desde el poder político, y no se quedan mirando para otro lado. Pero incluso en tal caso -a veces especialmente en tal caso- ningún actor corporativo es tan suicida de jugar al ajedrez geopolítico del Estado -del que dependen- en función de la ganancia a corto plazo de alguna de las empresas que son parte del gremio. La política exterior de la potencia más grande del mundo debe asegurar primero su propio poder, y si la guerra de Irak no lo aumentara removiendo enemigos reales de Estados Unidos, sencillamente no se habría realizado.

Pero ese aumento del poder norteamericano sí tiene un fin estructural, fin de cuya realización a su vez depende para su crecimiento, que es, que más que menos, proteger el sistema social y económico imperante en su propio país y en países similares. Y si bien es cierto que no siempre el gobierno norteamericano tuvo como objetivo la preservación de dicho poder y la realización de ese objetivo (ej: Carter y sus amigos: la junta sandinista, entre otros) eso no significa que pueda deslindarse completamente del sistema, o al menos abiertamente y en una forma tan simplista. Incluso cuando el gobierno tuvo la intención de proteger estratégicamente el poder internacional de Estados Unidos, muchas veces lo aumentó a costa del propio orden económico interno (ej: Nixon). Éste último es en parte el caso del gobierno de Bush, y ésa es mi crítica principal a la administración actual de la Casa Blanca.
Como sea, los ideales que un programa político tenga sobre cómo la sociedad debe operar son sus propios intereses, incluso desde el punto de vista monetario para los particulares: afectan cómo se gana el dinero y alteran el mundo en el que ese dinero se va a usar. Obviamente una vez que se ponen las fichas en algo es difícil cambiar los intereses, así que los jugadores se vuelven en parte dependientes de lo que eligieron. Pero si bien un individuo, más allá de sus intereses últimos, pueda verse atado a sus intereses inmediatos "en tanto algo" ("en tanto productor agrícola", "en tanto productor industrial", etc.), sin embargo, incluso en tal caso, habrá opiniones diferentes respecto a qué medios son más beneficiosos para que esos intereses inmediatos se vean beneficiados (más libre mercado o más subsidios, etc.)
Todavía más: un individuo puede valorar más una forma específica de obtener ingresos a los ingresos mismos, sea porque, por ejemplo, la generalización de una política de subsidios y planificación económica lo perjudique como comprador, sea que perjudique a todo el sistema económico y a la larga la "protección" estatal sea más peligrosa para él que el libre mercado, y, entonces, finalmente prefiera apostar a los riesgosos beneficios de una buena actividad empresaria en un sistema económico sano (en el cual sus intereses puedan tomar otra forma, incluso verse reducidos, pero que dependan del éxito económico y no del poder político), sea por convicción (que no tiene por qué ser "altruísta", ya que puede ser parte de un ánimo de fomentar con su dinero fundaciones para extender la internalización de las externalidades negativas de los demás). Siempre habrá individuos realmente capitalistas que prefieran eso a los beneficios cristalizados de una actividad subsidiada por parte de un sistema económico enfermo.

Por todo esto es que ya no tomo tan en cuenta las hipótesis conspirativas, sean de izquierda, centro o derecha: creo que, o bien son auto-contradictorias, o aun cuando pudieran ser parcialmente verdaderas, carecen de toda certeza. Desgraciadamente son el lugar común de todo el establishment mediático, y por eso mismo no hay que adoptarlas en forma irreflexiva. A veces por no pecar de ingenuos terminamos haciéndolo, como en el caso de la fábula del rey desnudo.
¿Cómo podemos estar seguros de saber lo que pasa en las cúpulas de poder cuando ni siquiera pueden hacerlo quienes están ahí? Y eso que saber qué pasa es más fácil que saber por qué.

"B for Berreta", un pueblo que defiende el derecho ajeno de aterrorizar a un gobierno, y un gobierno cuyo peor fin es el de combatir al terrorismo:

Sobra decir que las ideas de V for Vendetta me parecen todavía peores que las de Matrix. Y no me limito a la calidad de la película. Coincidirás conmigo en que ese “mensaje” que en pocas palabras se resume a que “es autoritario combatir al terrorismo porque asesinar funcionarios del gobierno sería la forma de proteger la libertad de expresión y sólo una amenaza para gobiernos autoritarios”, no sólo es muy rasca, sino que dada la situación del islamismo radical en Estados Unidos y Europa es una insultante tomada de pelo que hace a los Watchowsky gente jodida al estilo de Pigna que hace clasismo berreta para manipular pibes de secundaria. Además V for Vendetta le hace el juego a los fascistas al hacerlos pasar por conservadores, ya que el fascismo en realidad depende de movilizar a la población dentro del régimen, como el nazismo y el comunismo. Y como resultado paradójico la juventud de izquierda en todo el mundo hasta empieza a imitar la metodología fascista como en el caso del chavismo. Antes la izquierda totalitaria era estalinista, ahora hasta tiene ribetes hitlerianos: es nacionalista, populista, culturalista y hasta racista. Incluso le hace el juego a teocracias. Es un chiste. En V for Vendetta el gurú manipulador que es el personaje principal muestra el Corán como una muestra de su propia causa, con lo cual al ser una película pro-terrorista hace cómplices del terrorismo a todos los musulmanes.
Y le venden eso a millones de pibes. Fijate esta propaganda neonazi pro-Hezbollah. En la primera parte pensé que era propaganda de Hezbollah, y en la segunda pensé que era una ironía hecha por antiterroristas israelíes. Qué sorpresa cuando me entero de que en realidad no es ninguna ironía, son partidarios de Hezbollah deschavándose sin miedo a perder popularidad: http://www.youtube.com/watch?v=uP9J4d5JyPQ

Vale reiterar que... el mensaje de V for Vendetta es: “combatir el terrorismo es autoritario”, por una simple razón, y es que la película da el mensaje de que “el terrorismo parece que es una ilusión creada por gobiernos autoritarios para poder autojustificarse”, y no a la inversa el terrorismo autojustificarse en la existencia del autoritarismo. Pero obviamente una cosa lleva a la otra, y como el autoritarismo sería siempre malo (ya que el terrorismo nunca podría ser malo), entonces automáticamente el terrorismo pasa a ser algo bueno. Es más, la película no termina ahí, hasta llega a decir que el terrorismo de matar gente en las plazas es malo sólo porque sería una ilusión inventada por el gobierno existente (si lo fuera el gobierno autoritario parece ser que tendría una justificación). Los terroristas son demasiado buenos para hacer algo tan siniestro. Cosa cómica porque los terroristas de todo el mundo siempre justificaron matar a quien sea en nombre del bien mayor de la revolución, y si matar inocentes ayuda a debilitar al sistema tanto mejor (hablando de Matrix: ¿te acordás cuando Morfeo le dice a Neo que quienes no luchan contra el sistema pasan a ser parte del sistema? ¿te acordás cuando matan policías comunes?). Y obviamente la revolución siempre es mejor que el sistema existente, etc. etc..

Si las contrarrevoluciones se pueden hacer de otra forma ¿por qué no las revoluciones? Me preguntabas sobre qué revolución se ganó sin sangre. ¿Sangre de gente indefensa? Porque ahí está el quid del terrorismo. Los medios hacen a los fines. Las revoluciones malas son malas precisamente por eso. La revolución francesa es el ejemplo perfecto (el Régimen del Terror: qué mejor comienzo para el terrorismo ideológicamente justificado), ya que no fue una revolución liberal como se cree, como si lo fueron la Revolución Gloriosa en Inglaterra o la Revolución Americana. Ahí casi no corrió sangre para infundir el terror. Y ambas “revoluciones” fueron casi -o al menos en ciertos aspectos- contrarrevoluciones para liberarse de la intervención del gobierno, no para intentar construir revolucionariamente un poder popular. La revolución francesa liberó a alguien recién cuando fracasó. Si hubiera tenido éxito habría sido tan o más totalitaria que la rusa, inclusive comunista. Los únicos liberales en el proceso fueron los girondinos. La revolución francesa es tal vez el peor ejemplo que se pueda dar de “revolución buena” o “liberadora”. Todas las cabezas que rodaron fueron “ajusticiamientos” o vulgares ejecuciones políticas para poder instaurar el Terror bajo la dirección de gente como Marat. No se necesitaba ejecutar nobles, ni campesinos y finalmente a los propios disidentes para derrocar al Ancient Regime, ya que el mismo ya había sido derrocado.
A menos que el objetivo no fuera ese sino que la revolución no terminara nunca y lo controlara todo (se podría decir incluso, con Tocqueville y Jacques Le Goff, que al orden medieval ya lo había derrocado el propio Ancient Regime y el absolutismo monárquico).
Incluso si acaso el gobierno no hubiera caído, asesinar funcionarios no ayuda a derrocar al régimen anterior, simplemente a aterrorizar a los que se opongan a los revolucionarios (dentro y fuera del gobierno). Si alguien piensa que el régimen existente es bueno, o que los revolucionarios serían malos o peores, el terror va a incidir sobre ellos. En una guerra, revolucionaria o no, no es necesario ejecutar a los soldados una vez que soltaron las armas. No se mata por urgencia a quien no sostiene un arma. El terrorista hace precisamente eso, no porque sirva físicamente para algo, sino porque sus efectos psicológicos (pero estos efectos ayudan a ganar la guerra más allá de la derrota del enemigo). Se da así que todos los regímenes revolucionarios terminan siendo infinitamente más opresivos y cínicos, además de invencibles, y siguen practicando el terrorismo como forma de gobierno. Un gobierno que realmente fuera más cruel y despótico que los terroristas revolucionarios usaría las mismas tácticas contra los revolucionarios y estos últimos saldrían con las de perder. Y no me refiero a terrorismo de Estado eventual sino masivo. Cuando el Estado aprovecha todo su poder para ser terrorista la única posibilidad es escapar (ni me refiero a Corea del Norte, sino, por ej., a la Camboya de Pol Pot y al Irak de Hussein en el caso de los kurdos). Los terroristas fuera del poder suelen en ese sentido ser bastante cobardes: sólo los regímenes débiles han caído por revoluciones que en realidad no eran necesarias, y el lujo de cometer atentados terroristas se lo dieron precisamente porque tenían un poder mayor que podía usarse tarde o temprano para derrocar al gobierno existente. Cuando realmente un régimen es fuerte, cruel y despótico, donde uno supondría que allí la última salida sería el terrorismo, es precisamente en el cual organizarse para charlar en una casa es un sueño y ya armar una célula terrorista se vuelve una utopía. Paradójicamente se requiere de cierta libertad previa para armar una resistencia. El terrorismo denota que existe demasiada.

1984 de Orwell. ¿Te acordás cuando Winston acepta la propuesta de cometer atentados terroristas contra el régimen? Era algo totalmente inútil, pero no sólo eso: la resistencia era a su vez un invento del sistema totalitario, y la amoralidad absoluta de las técnicas terroristas que predicaba la resistencia imaginaria eran en realidad las técnicas que habían llevado al poder y sostenían en el poder a la Revolución. Incluso la invención de una resistencia imaginaria era una ficción innecesaria, pero el régimen estaba atrapado en su propia locura polpotiana de disfrutar del poder, aunque ninguno de sus miembros individuales lo hiciera: ni siquiera el torturador que lo pone en trance y le lava el cerebro para que confiese sus crímenes.

Orwell dejó ahí un gran mensaje, pero son pocos los que le prestaron atención.
(¿Es necesario comentar al paso que John Hurt jamás debería haber aceptado ese papel luego de haber personificado a la víctima en 1984?)