En lugar del artículo que llevaba este título (el cual decidí reemplazar por ser, en comparación con lo que hoy podría escribir, un muy pobre esfuerzo de divulgación) se encontrará aquí una copia de un fragmento de un artículo de Wikipedia en el cual colaboré recientemente (12 oct 2012), que expresa, a pesar de hacerlo en una forma escueta, lo mismo y de mejor manera:
El liberalismo clásico, desde Adam Smith hasta Friedrich Hayek, ha concebido el progreso histórico como el desarrollo de la división del trabajo y las relaciones mercantiles que necesariamente van ligadas a su complejización, en una tendencia que termina en la formación de un orden espontáneo social completamente ajeno a cualquier expresión de control conciente tanto colectivo como interpersonal. Sea que tal tendencia a la permuta de bienes sea natural a la biología humana, o bien al funcionamiento natural de una sociedad desarrollada que requiera de una economía abierta y compleja, en cualquier caso la idea de evolución social choca con la posición marxista. La posición liberal respecto a la economía política ha sido la de legitimar el surgimiento de la sociedad comercial o de intercambio, y del capitalismo que sería su subproducto, como las primeras formas sociales en la que la economía se convierte en lo que históricamente debía de ser sin condicionamientos políticos o determinaciones culturales. La marxista, en cambio, consistió en criticar la idea misma de economía política como correspondiente a un momento histórico-tecnológico que lo requiere, y que puede ser superado por una sociedad planificada en la cual la economía se encuentre bajo el control del hombre y a pesar de eso desarrollarse incluso en mayor medida.
Estas dos formas de ver la evolución social chocaron inevitablemente: la noción liberal de la historia como una filogénesis evolutivamente contigente de tipo darwiniana en la cual la tecnología en crecimiento y/o ciertas formas de propiedad individual llevan al surgimiento de un orden liberal o capitalista que posibilita la subsistencia de las poblaciones que lo adoptan logrando que la economía se autonomice como sujeto social, y la idea marxista de la historia como una ontogénesis evolutivamentenecesaria de tipo tremauxiana en la cual tecnología y sociedad determinan ciertas fases de crecimiento y apogeo, y cuyo penúltimo período requiere de la autonomía completa de la economía respecto del hombre como un todo, alienación que sería señal de que la historia como proceso necesario puede y debe ser superado mediante la recuperación de este nuevo poder de la economía bajo el dominio del hombre para así construir una historia que sea un proceso libre y consciente. Esta alienación, por otra parte, se expresaría en la sociedad burguesa a través de un conflicto interno entre dos únicas clases sociales que, a diferencia de todas las anteriores en la historia, no pueden llegar a una resolución para sus relaciones de explotación fuera de control conciente, ya que están determinados por las tendencias del mercado.
El cuerpo teórico del marxismo comparte con el liberalismo la idea de que sólo en la sociedad mercantil los individuos por primera vez se independizan de toda forma de poder social y sujeción individual estamental creando un órden espontáneo de clases impersonales, pero a la vez considera como alienante y provisorio el resultado social de este individualismo que condiciona a sus partes y a su vez las obliga a incorporarse en clases sociales mediante un vínculo opresivo y autodestructivo, el cual tenderá a ser reemplazado por un individualismo conciliado con su control socializado. Es frente a esta posición que el liberalismo responde al marxismo. Para los liberales el órden espontáneo o de mercado tiende a surgir dada cierta evolución de la sociedad, y los frutos de su comportamiento no pueden ser obtenidos mediante la supresión del mismo ya que depende de éste en forma constante y no sólo durante un período de desarrollo sociotecnológico. Por el contrario, ciertos niveles de desarrollo tecnológico no pueden ya subsistir si no es gracias a un proceso de mercado. Las instituciones económicas y sociales que hacen posible el capitalismo también serían requeridas para cualquier economía lo suficientemente avanzada, así como para la libertad individual dentro de una sociedad compleja frente a la absorción totalitaria por parte de un Estado que se revolucionara contra el mismo.
Karl Popper y Friedrich Hayek serían, en mayor medida, quienes contestarían a este núcleo del pensamiento marxista, tanto respecto al materialismo histórico tecnológico como al reduccionismo clasista en la crítica ideológica o polilogismo.
Popper, que es considerado en economía un social liberal más que un liberal clásico, se dirigió contra el historicismo tecnológico lineal de Marx según el cual existen etapas en un desarrollo orgánico de la historia. Estas etapas van acumulando sus potencialidades a pesar de expresarse en sociedades opresivas, y terminan actuando plenamente en un estallido final luego de la última etapa capitalista, dentro de una sociedad socialista o comunista que absorbería lo mejor de todas las anteriores y daría paso a una humanidad nueva coherente con sí misma y con su naturaleza. La crítica popperiana de esta particular teoría dialéctica de la historia social y/o tecnológica, reducida bajo el título de historicismo marxista, se desarrolla a lo largo de tres obras: La sociedad abierta y sus enemigos, La miseria del historicismo y Conjeturas y refutaciones.
Por su parte, Hayek se dirigió contra la idea de que el mercado (el orden espontáneo en economía) es un fenómeno sólo provisionalmente necesario, ya que si bien lo consideraba un fenómeno cuya emergencia era posibilitada contingentemente en ciertas circunstancias históricas, era inseparable de los fenómenos económicos complejos que sobrepasaran las limitadas economías de guerra y subsistencia, y por tanto es para una economía abierta (donde cada unidad jerárquica de producción y su escala se organiza en forma privada, libre e independiente del resto de la producción, en función de decisiones de consumo individuales sobre las que no puede tener control y de las cuales depende) una forma de coordinación social tan irreversible como podrían ser otros órdenes espontáneos para el desarrollo de la vida inteligente: el lenguaje, las ciencias, etc., si es que acaso no se desea retroceder hacia un estadio primitivo de la sociedad o bien a una cristalización totalitaria de la sociedad presente bajo el dominio de una doctrina constructivista que intentara una planificación política de la producción vía un partido único en el Estado. Las obras hayekianas más significativas que incorporan respecto al mercado y al capitalismo las nociones opuestas al marxismo, son: La fatal arrogancia, El capitalismo y los historiadores y Socialismo y guerra. Esta última continuaría, contra el intento de solución marxista de Oskar Lange, el análisis de Max Weber y Ludwig von Mises sobre la imposibilidad del cálculo económico en una comunidad socialista.